Como todo lo que vale la pena contar, Conchu nace cerca de las 10 de la mañana de un domingo luego de una borrachera del día anterior en una tina caliente con una resaca infernal. De hecho hay foto de ese momento…

Fue ahí cuando en medio de un proceso cognitivo irracional se me ocurrió lo que sería Conchu. Lo anterior se debe en parte a mi experiencia forzosa con las apps de citas, ya que las tuve que investigar porque mi editora me encargó escribir un libro para hombres latinoamericanos que cercanos a sus 40 se encuentran nuevamente en el mercado de los solteros. Pueden leer la introducción aquí. Entonces, las apps de citas para mí eran simplemente una opción más para relacionarse con el sexo opuesto y las debí estudiar en detalle, aunque antes había usado dos y la experiencia me pareció desagradable.
Pero irónicamente hice mi propia web de citas en año 2005 y que no tenía nada de nuevo ya que era un clon en español del entonces-conocido HotorNot.com. Lo llamé PonmeNota.com (ya no está online) y llegué a tener cerca de 4.500 usuarios registrados sólo en Chile. Muchas personas me contactaron para contarme que lo habían pasado bien gracias al sitio y algunos hasta se casaron. Nunca pensé que 14 años después la vida me llevaría a Conchu.
Me puse a pensar cosas del estilo “¿Cómo un usuario podría saber exactamente quiénes saldrían con él en una cita?”. Eso me llevó a pensar en que tendría que haber algún mecanismo para que, en un caso heterosexual, las chicas “postulen” (lo que suena loco, lo sé) para salir con él. ¿Pero cómo? Y ahí se me ocurrió que se podría hacer con un perfil más extendido que lo normal pero no tan extendido como el de las apps y sitios para encontrar pareja estable (cuyo nivel de refinamiento de perfil es extremo) pero me sonaba a que no bastaba. Fue entonces cuando pensé que había que agregar algo y la resaca en esa tina caliente me aclaro la mente: faltaba el elemento “cita”, y más aún: una cita claramente definida. Entonces visualicé el proyecto como un mercado de citas públicas donde las personas ofrecían citas dónde y cuándo quisieran y fui un paso más allá: donde pudieran elegir quién paga la cita (es decir, no importa si el usuario posteó una cita, de todas formas puede proponer que pague uno de los postulantes) y el nivel de gasto (económico, moderado o V.I.P). Finalmente quien posteó la cita podría elegir entre quienes postularon. Una vez comenzado el proyecto mobile en marzo se me ocurriría la idea de las citas privadas o 1-a-1 y aún después las contracitas.
El nivel de compromiso y tolerancia al embarcarse en el desarrollo de una app masiva debe ser total, sobre todo cuando es tu propio dinero. Lo anterior se debe a que menos del 0,01% (1 en 10.000) de las apps tiene éxito, por lo que tuve que, durante todo el proyecto y por lo que quede de él, hacerme de ciertos atributos que en el pasado me habían eludido, como serían la perseverancia, la tolerancia extrema a la frustración, el compromiso a plazo, etc. Cuando entendí que era un “todo o nada” y que las probabilidades definitivamente estaban en mi contra supe que debía tener más cuidado en los detalles que en mis emprendimientos pasados, pero esto no quiere decir que Conchu no tenga fallas o mejoras obvias que se pueden hacer. Conchu, como cualquier app masiva, tiene varios componentes y todos deben funcionar perfectamente por sí solos y entre ellos. Es más, Conchu también depende de tres servicios de terceros llamados APIs, como por ejemplo el servicio que nos provee de los lugares cuando buscas uno para tu cita.
Cuando uno busca un nombre para una app no puede simplemente elegir el que más le guste (por eso hasta las apps y sitios más famosos tienen nombres estúpidos o que no significan nada). De hecho no debe haber otra app con el mismo nombre, ojalá el nombre sea corto, ojalá el dominio .com no esté registrado e idealmente no debe existir ninguna empresa llamada así ni el nombre debería estar registrado en tu país de operaciones (en nuestro caso Estados Unidos). Estuve días buscando y no encontraba ningún nombre que para mí tuviera sentido y que cumpliera todos los requisitos. Pero un día de marzo, en un restaurant con mi familia, miré a mi hermana Consuelo, a quien apodamos “Conchu” e inmediatamente busqué en las bases de datos y estaba todo disponible, lo que cae en la categoría de milagro.

Remojé la idea y conceptos básicos e hice la primera web app funcional. Poco a poco Conchu fue tomando forma y más que una idea voladora se transformó en el centro de mis actividades y mis otros negocios pasaron a ser secundarios. A continuación algunas fotos de la web app inicial y su diseño en wireframe de lo que sería la app móvil…








Al poco tiempo me decidí a hacer Conchu con todo y sabía que no me bastaría con un sitio web, por lo que analicé la opción de hacer yo mismo las apps de Android y iOS (iPhone). Me di cuenta de que la tecnología me había dejado atrás y sería más conveniente pagarle a un colega que estuviera actualizado en coding (programación, que no es mi fuerte, aunque sí en web) para estas tecnologías. Por lo anterior hice un documento de oferta laboral, creé la empresa en LinkedIn y publiqué la posición para recibir postulantes. El pago que ofrecí estaba completamente dentro de mercado.
No me sorprendió que nadie de quienes postularon al aviso de LinkedIn se dieran ni la molestia de leer la oferta laboral, y postularon hasta enfermeras y diseñadores gráficos. En resumen: nadie con las calificaciones que yo había descrito como excluyentes. Es así como tuve que recurrir a algo más extremo y llegué a un grupo de Facebook de desarrolladores chilenos donde se publican ofertas laborales y puse el aviso ahí (en realidad lo hizo un amigo de mi hermano ya que había que pertenecer al grupo y no me aceptaban). Mi hermano (@ministro en Conchu) me comentó que su amigo le contaba que mucha gente criticó al aviso en los comentarios incluso con insultos por las tecnologías que yo pedía que el candidato dominara. Tampoco me extrañó ya que muchos de mis colegas son muy valientes pero sólo detrás de un teclado.
A los cuatro días me llegó una postulación por e-mail. Leí cuidadosamente su CV y, al menos en papel, se veía como alguien capaz de hacer el trabajo. Fue así como conocí a @felipe el día viernes 22 de marzo del 2019. Me pareció raro tener que quedarme con el único postulante, pero el futuro probaría que no habría nada de qué arrepentirse y muy por el contrario: estoy convencido de que no me podría haber tocado mejor suerte.
El lunes 25 de marzo comenzamos a trabajar. Le conté un poco del proyecto y comenzamos a hacer algunas pruebas con el servidor (el equipo en la nube donde se almacenan y se procesan todos los datos e imágenes de Conchu). Inmediatamente me sentí cómodo y afín trabajando con @felipe y luego de tres horas de trabajo conversamos de la vida por un largo tiempo, compartimos nuestras biografías tempestuosas y cerramos el primer día.
Es difícil contar esta historia sin contar la mía. Lo que siguió para llegar al día de hoy fueron 8 meses de trabajo muy duro; trabajábamos desde las 18:30 hasta las 23:30 aproximadamente y a veces @felipe y/o yo seguíamos hasta la madrugada. Como él tenía otro trabajo full-time de día, trabajábamos también domingos y festivos (el sábado era libre sagradamente).
Durante todo el desarrollo la presión fue, al menos para mí, tremenda. Felipe también se amanecía trabajando a veces. Después de todo estaba invirtiendo más o menos el 70% de mi tiempo total en dirigir el proyecto y apoyar con algunas tareas de programación y la inversión monetaria no era algo menor, considerando que pagué de mi bolsillo los honorarios de @felipe, los costos de infraestructura y servicios que usa la aplicación. Además todos los costos y coordinación legal con abogados y contadores, registros de marca tanto en Estados Unidos como en Chile y una considerable estrategia y suma en pagos por adelantado por promesas de publicidad en Chile, que es mi propio país y donde pretendía hacer las pruebas de retorno de inversión antes de lanzar a nivel global. La presión era tanta que caí en excesos de varios tipos que incluyen, por ejemplo, tomar unas copas de más a mitad de día de semana y las celebraciones costosas que teníamos con @felipe cada vez que lográbamos un hito importante, lo que podía ser cualquier día y a cualquier hora y eran cosas que realmente creíamos que no podríamos hacer. De hecho, Conchu sacó (y espero que siga sacando) lo mejor y lo peor de mí.
También sucedieron bizarros eventos, como el contacto de supuestos inversionistas y agentes interesados en participar finacieramente en el proyecto. Debo mencionar que dos de ellos eran tipos que no tenían identidad digital, es decir, si los buscas en una red social o en un buscador como Google no aparece absolutamente nada sobre ellos, como si alguien los hubiese borrado; tampoco sé cómo se enteraron del proyecto ni de dónde sacaron mi número de teléfono y para qué mencionar que me llamaban desde números con el ID bloqueado.

Nunca me mandaron ni un e-mail, fue todo por teléfono con la excepción de un ejecutivo de startups.com. Acepté reunirme con dos: uno en Estados Unidos y otro en Colombia. Este último me invitó a Bogotá en business class a un muy buen hotel y me dio una glamorosa y excesiva celebración de cumpleaños sorpresa al nivel que no se permitían cámaras ni teléfonos celulares; pero ambos, en mi opinión, eran lo que los emprendedores llamamos sharks (tiburones), que significa que querían gran parte (mínimo 70%) de los resultados y participación de la empresa, que en ese momento ya era Conchu LLC en Estados Unidos. Fue luego de esto que sabía que debía lanzar Conchu lo antes posible o corría el riesgo de que me copiaran antes, pero al menos tenía la certeza absoluta de que Conchu tenía un potencial real.
Finalmente tuvimos las apps de Android y iPhone de Conchu funcionando como un PMV (producto mínimo viable) listo para probar en Chile a mediados de octubre, para mala suerte tres días después de que en mi país explotara una crisis social con repercusiones económicas y políticas en casi todas las dimensiones y que hacía prácticamente inviable el servicio por el que Conchu se destaca. Me sentí horrible y decidí esperar una semana más a que la cosa se calmara.
Tuve que asumir que todo el dinero invertido en influencia, gente de TV y otros gastos para Chile se podría ir a la basura y el impacto a nivel emocional y financiero fue tremendo. Mientras el país estaba sumido en saqueos y protestas también comenzaron a fallar algunos clientes de mis otras empresas y personas que me deben dinero. Fue así como a finales de octubre me recompuse luego de un viaje corto, pero muy necesario, al norte del Perú y decidí que la prueba tenía que ser en otro país y para ello debíamos mejorar en gran parte la aplicación ya que debíamos incluir todo lo necesario para que Conchu pudiera operar en cualquier ciudad del mundo y en múltiples lenguajes, lo que nos tomó en desarrollo casi un mes.
Durante la semana en que esperábamos la aprobación de Apple para iPhone tuve la legítima idea de invitar a salir a una de las beta-testers de la app, a quien yo conocía ya en persona y estimo mucho. Fue así como la primera cita real de Conchu tuvo lugar en Santiago de Chile el 5 de diciembre a las 22:00 en el bar Moloko de Tobalaba. Debo mencionar que @naty no aceptó la primera cita y me envió una contracita proponiendo pago 50/50 y lo cumplimos tal como debía ser.
Luego, cuando ya nos aprobó Apple para iPhone me encargué de hacer un video bastante insípido, pero la idea era que un profesional lo tomara como guía e hiciera un producto refinado para promover Conchu en las redes sociales. Éste fue el video que hice:
Lo que siguió fue que con mucho trabajo de contactos logré llegar a quienes harían el video profesional que usaríamos en la práctica. La empresa encargada fue Puky y llegué a ellos por el nexo de un amigo del colegio que hoy es un ejecutivo en un canal de televisión de los grandes. Al final, así quedó el video del cual me siento muy satisfecho y verdaderamente puedo decir que (y lo he dicho pocas veces en mi vida) excedieron mis expectativas:
Luego de tener listo el video y la aprobación de Apple, reconsideré mi postura y decidí lanzar en Chile ya que los disturbios y el malestar social habían tenido una disminución consistente. Fue así como el viernes 13 de diciembre de 2019 hice un lanzamiento suave en mis redes sociales y las de mis amigos y el lunes inmediatamente siguiente lanzamos Conchu con todo.
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Una historia asombrosa de emprendimiento…. no te rindas!!! TenTaTur